viernes, 18 de enero de 2008

Estereotipos

Hasta los cojones.

Hace unos cuantos años habría sido bastante raro que alguien dedicado a la Enfermería soltase semejante exclamación. Más que nada porque eran pocos los hombres que tenían esa ocupación, y los que la tenían trataban de salvar las distancias con denominaciones como Practicante o ATS. Parecía que la Enfermería se asociaba más a unas señoritas educadas y con cofia que, además, llevaban caldito a sus pacientes.

Pero los tiempos cambian, aunque haya gente que no quiera verlo. En 1977, en España, desaparecen los estudios de ATS (Ayudante Técnico Sanitario), y comienza a impartirse en su lugar una nueva titulación universitaria: la Diplomatura en Enfermería.

La nueva titulación no sólo establece un cambio formativo, sino que conlleva también un cambio de concepto. Con el desarrollo que la Enfermería había seguido durante su profesionalización a lo largo del siglo XX, aparecen, principalmente en EE.UU., teóricos que establecen y definen su campo de actuación y su marco conceptual.

La Enfermería se ha hecho mayor de edad y ya puede valerse por sí misma. Puede constituirse como Ciencia y establecer sus objetivos y sus funciones propias. El desarrollo de la Medicina científica durante el siglo XIX y XX, junto con el retraso del desarrollo de nuestra profesión, la había supeditado hasta entonces a la labor del médico, y la había hecho crecer a su sombra, siempre con la sospecha de la incapacidad y la dependencia total.

Henderson, Orem, Roy,... establecen nuevos modelos que describen nuestra profesión dentro de sus propios términos. La Enfermería no es una profesión auxiliar y subordinada a la Medicina. La Enfermería es una profesión autónoma con un campo de actuación propio, con su propia metodología, aunque también colabora con otros miembros del equipo de salud, realizando, además de sus labores independientes, otras labores de colaboración derivadas de otros profesionales, como los médicos.

Sin embargo ese cambio de concepto no ha terminado de calar en la sociedad. La imagen clásica con sus estereotipos pervive, en ocasiones alentada por absurdas series de televisión como Hospital Central, más preocupadas por acaparar audiencia con tórridos romances de culebrón entre sus protagonistas que en representar fielmente la labor de los profesionales en un hospital. Nuevamente se vuelve a caer en los estereotipos adornados de frases grandilocuentes y algún que otro efecto especial.

Ni siquiera la aprobación de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS) en 2003, confirmando a la Enfermería, a todos los efectos legales, como una profesión autónoma, y estableciendo su marco legal de actuación, ha logrado quitarnos el estigma de subordinados del galeno.

Es desesperante ver como, incluso entre otros profesionales de la salud (afortunadamente, la mayoría de generaciones anteriores), la imagen que se tiene del enfermero es la de una especie de auxiliar del médico que se limita a aplicar órdenes suyas.

Frente a esa imagen estereotipada, el enfermero actual es un profesional formado, con estudios universitarios, con capacidad para valorar, realizar diagnósticos enfermeros, planificar y aplicar un plan de cuidados por sí mismo. Un profesional que basa su labor en la evidencia científica. Un profesional que tiene sus labores propias, que atiende a los pacientes desde su disciplina, aunque también colabore en otras tareas derivadas de la labor médica.

El equipo de salud no sólo lo forman médicos y enfermeros. Hay fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos, odontólogos, podólogos... A pesar de que todos ellos interactúan en su trabajo sobre el paciente, pocos serían capaces de ver en un fisioterapeuta o en un podólogo o en un terapeuta ocupacional a unos simples subordinados del médico. Eso a pesar de que en su labor influye mucho el diagnóstico y tratamiento que el médico ha instaurado a ese paciente en relación a esa patología que se trata, o las recomendaciones que ha dado el traumatólogo para su rehabilitación. Todos coincidiremos en afirmar que, aunque sus acciones vengan en parte delimitadas por unas indicaciones de un especialista médico, esas profesiones son independientes y prestan su asistencia dentro de su propio marco de actuación en colaboración con el médico. Sin embargo, con la Enfermería no se aplica esa presunción. A pesar de que también es una profesión autónoma, tal vez los estereotipos clásicos unidos a que está más en contacto con la labor médica, la hacen invisible a la sociedad, que no es capaz de delimitar claramente su actuación y que, por tanto, la sitúa como dependiente en su labor.

En otro momento me ocuparé más detalladamente de la labor de Enfermería, de cuál es su trabajo diario. Hoy simplemente hago esta reflexión tras leer los comentarios que algún personaje trasnochado hace de la profesión con motivo del debate sobre la prescripción enfermera.

1 comentario:

Juan Gomez dijo...

Todavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, me llamo Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otro seguí buscando un cura incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. No podía creerlo al principio, pero también mi conmoción después de la administración de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy tan feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un mejor entorno, póngase en contacto con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com, también puede llamar o WhatsApp +2348052394128